Llevaba varios meses disfrutando y viviendo en Estocolmo, Suecia. Una noche decidí salir con mis amigas a una rumba cubana, un sueco se me iba acercando muy tímidamente y el empezó a bailar conmigo. Cuando me estaba yendo de la discoteca, el salió corriendo detrás de mí y me pidió mi número de celular.
Los días iba pasando y yo miraba mi celular por si había algún mensaje de él pero no había nada. Así que yo decidí escribirle, lo invite a tomar cerveza, el me contesto que no podía que ya tenía planes. Me sentía remal porque a mí siempre me habían enseñado que el hombre es el que busca y no la mujer, pero como estaba en Suecia, era todo lo contrario.
Una semana después recibí un mensaje de él, me invito a tomar unas cervezas y a cenar en bar en Gamla stan, el centro histórico de…
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